Bye Bye
Eran las nueve con algunos minutos más, del martes 5 de octubre, cuando sus manos se movieron de un lado a otro en señal de despedida. Desde las ventanas se veía su cara de emoción y de nostalgia por la partida.
Adentro ya les pasaban lista cuando el camión avanzó con rumbo a Mobile, Alabama, les esperaba un recorrido de casi dos días donde atravesarían buena parte de Estados Unidos, viaje que aunque ya lo habían hecho antes significaba nuevos retos, nuevas esperanzas.
Ángeles va triste por despedirse de su amado, quien por cuestiones ajenas a su voluntad partirá más adelante al mismo punto; Marcela en cambio tiene la ilusión de un nuevo amor que allá la espera.
Con visa de trabajo en mano, que les había conseguido la empresa Carson que empaca camarón en Alabama, ellas y el resto del grupo que viajaba, de casi cuarenta personas, tenían trabajo asegurado hasta febrero o marzo.
Ángeles tiene una carrera trunca de administración, y ha ido tres veces a Alabama; Marcela es abogada y ésta es su segunda temporada de laborar en Estados Unidos. A diferencia de muchos mexicanos que se van al vecino país del norte, van de manera legal, buscando hacerse de recursos para lograr algunas metas que por la situación laboral del país a veces tardan más en llegar y por qué no, vivir una experiencia diferente.
El momento de la despedida previa fue emotivo. En el estacionamiento del gimnasio de la Universidad de Sonora las lágrimas humedecieron el rostro de algunas personas, sobre todo de las que se quedaban, en ese momento me acordé de una frase que le escuché a mi tío Jesús hace muchos años: El que se va, se va suspirando, el que se queda, se queda llorando.
¡¡¡¡¡Suerte muchachas!!!!
Adentro ya les pasaban lista cuando el camión avanzó con rumbo a Mobile, Alabama, les esperaba un recorrido de casi dos días donde atravesarían buena parte de Estados Unidos, viaje que aunque ya lo habían hecho antes significaba nuevos retos, nuevas esperanzas.
Ángeles va triste por despedirse de su amado, quien por cuestiones ajenas a su voluntad partirá más adelante al mismo punto; Marcela en cambio tiene la ilusión de un nuevo amor que allá la espera.
Con visa de trabajo en mano, que les había conseguido la empresa Carson que empaca camarón en Alabama, ellas y el resto del grupo que viajaba, de casi cuarenta personas, tenían trabajo asegurado hasta febrero o marzo.
Ángeles tiene una carrera trunca de administración, y ha ido tres veces a Alabama; Marcela es abogada y ésta es su segunda temporada de laborar en Estados Unidos. A diferencia de muchos mexicanos que se van al vecino país del norte, van de manera legal, buscando hacerse de recursos para lograr algunas metas que por la situación laboral del país a veces tardan más en llegar y por qué no, vivir una experiencia diferente.
El momento de la despedida previa fue emotivo. En el estacionamiento del gimnasio de la Universidad de Sonora las lágrimas humedecieron el rostro de algunas personas, sobre todo de las que se quedaban, en ese momento me acordé de una frase que le escuché a mi tío Jesús hace muchos años: El que se va, se va suspirando, el que se queda, se queda llorando.
¡¡¡¡¡Suerte muchachas!!!!
2 comentarios
Hilda -
Ando un poco revoltosa hoy para escribir, siento los dedos y las ideas atrofiadas, al menos un poco oxidadas.
Joaquín -
CUANDO UN AMIGO SE VA
Cuando un amigo se va
queda un espacio vacío
que no lo puede llenar
la llegada de otro amigo.
Cuando un amigo se va
queda un tizón encendido
que no se puede apagar
ni con las aguas de un río.
Cuando un amigo se va
una estrella se ha perdido
la que ilumina el lugar
donde hay un niño dormido.
Cuando un amigo se va
se detienen los caminos
y se empieza a revelar
el duende manso del vino.
Cuando un amigo se va
queda un terreno baldío
que quiere el tiempo llenar
con las piedras del hastío.
Cuando un amigo se va
se queda un árbol caído
que ya no vuelve a brotar
porque el viento lo ha vencido.
Cuando un amigo se va
queda un espacio vacío
que no lo puede llenar
la llegada de otro amigo.