Blogia
--

Historias

Este es el caminito

Este es el caminito

De lejos se alcanza a ver el caminito del cual les hablo en mi texto anterior, gracias a mi hermano José Avaro por compartir esta foto tomada desde lo alto de la presa, poco se ve el canal y al fondo está la hidroeléctrica, al final del camino.

Iván parte V

Iván     parte V (Ver las primeras cuatro partes en Tema: Historias)

...Es el tercer día que vivimos en el condominio, no ha sido nada fácil, la primer noche fue tremenda, aparte del calorón que nos hizo sacar todos los colchones a la entrada, estaban los desgraciados moscos, los cuales nos traían locos, así que soportamos unas dos o tres horas y ahí vamos de vuelta con todo y colchones. Al siguiente día llovió, a pesar del viento y lo helado de la lluvia, ni Clara ni yo la pensamos para darnos una buena bañada, bueno ni tan buena, pero algo es algo.
Hoy nos animamos a salir en el carro a ver en qué condiciones quedó nuestra casa. Conforme transitamos cada cuadra nunca nos imaginamos ver tal cosa: la carretera está verde por todas las hojas caídas, nos asustamos un poco porque en el recorrido nos hemos encontrado con varios árboles encima de los cables de la luz a punto de caer, pero nos gana la curiosidad y seguimos.
Es una lástima, las llamadas "trailas" son las más dañadas, hay árboles encima de ellas, ventanas quebradas, paredes levantadas y algunas totalmente destruidas.
Miren ése árbol ahí, es viejísimo y enorme, fue arrancado de raíz. ¡Oh no, los muelles!!!!, no quedó ni uno en la orilla de la playa, todos están repartido por varias cuadras.
Al fin después del no muy agradable panorama llegamos a nuestra casa, no pudimos entrar con el auto porque nos lo impidieron tres árboles derribados, recorrimos a pie el trayecto que nos faltaba.
¡Bendito sea Dios!, ni agua le entró, no sé si fue por la extrema precaución al ser todos "primerizos" en cuestión de huracanes, pero no pasó nada en ella. Empezamos esa tarde la "labor de limpieza", la cual duraría tres días, nada más para el frente.
Algunos negocios del centro de la ciudad no fueron tan afortunados, lo digo ahora que hemos decidido transitar también por ahí. Tenemos la boca abierta, porque a pesar de que muchos de ellos fueron reforzados con madera, no aguantaron la fuerza de “Iván”.
¡No, no puede ser!, el buffet de pizzas, al que nos encanta ir, está semidestruido, en distintas cuadras se pueden ver las mesas, sillas, hasta charolas de este restaurante tiradas en la calle. Walmart quedó sin nombre, jeje, eso sí nos dio risa, fue lamentable pero se ve muy chistoso. La estructura de varias gasolineras se vino abajo, en fin, son poquísimos los negocios que se ven sin daño.
Nos enteramos también que la carretera que conduce a Gulf-shores, la playa principal, está cerrada, dicen que el daño fue total en cuanto a las casas que había alrededor pues fue azotada por el ojo del huracán, arrancó semáforos y explotaron varios transformadores eléctricos, ¿cuánto tardará en recuperar la belleza?.
Ante estas noticias y las imágenes que aparecían cada vez más deprimentes ante nuestros ojos, mis “roomates” y yo nos devolvimos rápido al condominio por miedo a que se nos acabara la gasolina y ni esperanzas de que nos vendieran.
Al llegar comenzamos a cuestionarnos y ¿qué onda con la chamba?, ¿qué irá a pasar?, ¿qué tan dañada estará la planta?, como no hay paso hacia allá, nadie sabía nada.
Hasta hoy, un día después de preguntarnos precisamente por nuestro trabajo nos dicen que el daño es suficiente como para no trabajar en dos o tres semanas. ¿qué vamos a hacer? Hay un viaje planeado para México y lo aprovecharemos, pero no nos salvamos de que nos llamaran para ayudar en la limpieza.
Vaya que este lugar necesita limpieza, el agua alcanzó en algunas zonas, hasta un metro de altura, trajeron unas aspiradoras especiales y eso está ayudando a eliminar también los treinta centímetros de lodo. Ahora, a lavar paredes, ni modo.
Hace cinco días que todo pasó, hemos hecho una fiesta para celebrar que hemos recobrado todos los servicios, hay papitas, cacahuates, refrescos, entre otras cosas, poco a poco todo vuelve a la normalidad, ya no nos bañaremos con toallitas de bebé, ni tendremos que ir al baño hasta la bodega, se acabaron las linternas y las velas para alumbrar por la noche, el dormir afuera o en los sillones, el comer sandwiches, tortas, etc., y en platos desechables. ¡Gracias a Dios!

Iván (Parte IV)

Puede leer las tres primeras partes en Temas: Historias.

...Después del primer momento desesperante que tuvimos, a las 2 de la mañana entra el ojo del huracán y hay calma, el discreto alto en la tormenta da solamente un momento de paz antes de que fuerzas más poderosas se hagan cargo. Los hombres se asoman y prefieren no haberlo hecho.
Comenzó de nuevo el viento, aunque ya no tan fuerte, dura un par de horas más. Decidimos mover de nuevo las camas, alejándolas mucho más de la pared por miedo a que se llegara a desprender completamente el acero. Intentamos dormir pero nadie puede hacerlo. Tampoco hemos comido casi nada.
Creo que el cansancio me venció como a las 7 de la mañana, ahora que he despertado los párpados aún me pesan, pero al menos descansé como tres horas; los ruidos y el movimiento que hacen mis compañeros me hicieron volver a la realidad.
Afuera aún sopla el viento y continúa la lluvia, pero ha disminuido mi angustia.
Al ver que dos muchachos se acercan a la puerta inmediatamente despierto a mi amiga Clara, nos ponemos los tenis y nos encaminamos a la salida, las dos tenemos mucha curiosidad de ver cómo está el mundo afuera.
Y ta rán, se presentó ante nosotros.
Lo primero que vemos es la parte de una de las bancas del condominio que está ubicado como a 100 metros, por supuesto destrozada. Salimos un poco confiados al notar que había pasado lo peor sin imaginarnos que el viento aún es muy fuerte, tanto, que tenemos que tomarnos de la mano dos compañeras y yo.
Buscamos signos de destrucción en los carros estacionados afuera y notamos que el único daño aparente fue a uno de ellos que le cayó un pedazo de acero en el techo, fuera de eso todo parece “normal”.
Camino al condominio nos encontramos a Alberto que ya venía de allá. Sorprendido nos dijo que ya había línea telefónica en el edificio, a lo que todos reaccionamos con gritos porque nos podríamos comunicar con nuestros familiares, desgraciadamente iba a ser de los pocos servicio disponibles para los siguientes 5 días.
Decidimos tras esto salir definitivamente del refugio ya que el condominio estaba en buenas condiciones, gracias a Dios únicamente en dos cuartos había algunos daños, pero lo demás estaba totalmente habitable. A quienes no vivíamos ahí nos dieron oportunidad de quedarnos "por seguridad", ya que por lo menos en este lugar había agua para la cuestión del baño y bastante hielo de reserva para los víveres.
- “Mami, soy yo, ya todo pasó, estoy bien”, le dije más tarde a mi madre que angustiada rezaba por mí en Navojoa.

Iván (Parte IV)

Puede leer las tres primeras partes en Temas: Historias.

...Después del primer momento desesperante que tuvimos, a las 2 de la mañana entra el ojo del huracán y hay calma, el discreto alto en la tormenta da solamente un momento de paz antes de que fuerzas más poderosas se hagan cargo. Los hombres se asoman y prefieren no haberlo hecho.
Comenzó de nuevo el viento, aunque ya no tan fuerte, dura un par de horas más. Decidimos mover de nuevo las camas, alejándolas mucho más de la pared por miedo a que se llegara a desprender completamente el acero. Intentamos dormir pero nadie puede hacerlo. Tampoco hemos comido casi nada.
Creo que el cansancio me venció como a las 7 de la mañana, ahora que he despertado los párpados aún me pesan, pero al menos descansé como tres horas; los ruidos y el movimiento que hacen mis compañeros me hicieron volver a la realidad.
Afuera aún sopla el viento y continúa la lluvia, pero ha disminuido mi angustia.
Al ver que dos muchachos se acercan a la puerta inmediatamente despierto a mi amiga Clara, nos ponemos los tenis y nos encaminamos a la salida, las dos tenemos mucha curiosidad de ver cómo está el mundo afuera.
Y ta rán, se presentó ante nosotros.
Lo primero que vemos es la parte de una de las bancas del condominio que está ubicado como a 100 metros, por supuesto destrozada. Salimos un poco confiados al notar que había pasado lo peor sin imaginarnos que el viento aún es muy fuerte, tanto, que tenemos que tomarnos de la mano dos compañeras y yo.
Buscamos signos de destrucción en los carros estacionados afuera y notamos que el único daño aparente fue a uno de ellos que le cayó un pedazo de acero en el techo, fuera de eso todo parece “normal”.
Camino al condominio nos encontramos a Alberto que ya venía de allá. Sorprendido nos dijo que ya había línea telefónica en el edificio, a lo que todos reaccionamos con gritos porque nos podríamos comunicar con nuestros familiares, desgraciadamente iba a ser de los pocos servicio disponibles para los siguientes 5 días.
Decidimos tras esto salir definitivamente del refugio ya que el condominio estaba en buenas condiciones, gracias a Dios únicamente en dos cuartos había algunos daños, pero lo demás estaba totalmente habitable. A quienes no vivíamos ahí nos dieron oportunidad de quedarnos "por seguridad", ya que por lo menos en este lugar había agua para la cuestión del baño y bastante hielo de reserva para los víveres.
- “Mami, soy yo, ya todo pasó, estoy bien”, le dije más tarde a mi madre que angustiada rezaba por mí en Navojoa.