Linchamiento
Linchamiento significa ejecución sin proceso y tumultuariamente, a un sospechoso o a un reo. Su origen viene del estadounidense Charles Lynch, Juez de Virginia que en 1780 ejecutó a una banda de conservadores (Tory) sin hacerles un juicio legal. Esta acción fue conocida como Lynch law o la Ley de Lynch. De ahí viene el término linchar y linchamiento.
A qué voy con esto, a un hecho lamentable con el que iniciaron los noticieros nocturnos el día de ayer (23 de noviembre). Las imágenes estaban para no verse, de hecho hubo a cuadro una advertencia previa de que podrían ser fuertes para los televidentes y yo como soy muy aprehensiva decidí mejor seguir con una tarea doméstica y sólo escuchar.
La nota informaba que momentos antes, una turba de vecinos del poblado San Juan Ixtayopan, en Tláhuac, (México), golpearon a tres miembros del Grupo Antiterrorismo de la Policía Federal Preventiva (PFP), por confundirlos con robachicos o robaniños.
Sin escucharlos, sin entender razones los golpearon y luego les prendieron fuego, sólo uno de ellos logró sobrevivir, pero se debate entre la vida y la muerte en un hospital.
Edgar Moreno Nolasco, de 26 años, presenta fracturas craneoencefálicas y contusiones severas en la mayor parte del cuerpo, mientras sus compañeros Víctor Mireles Barrera y de Cristóbal Bonilla Martín, de 48 y 27 años, yacen ya en un ataúd.
En Tláhuac ya se inició la averiguación previa por el delito de homicidio y lesiones contra estos tres agentes policiacos que se sumaron a la estadística de linchamientos que se han presentado en otros lugares del país.
No cabe duda de que los seres humanos llegamos en un momento dado a perder la razón, la ofuscación nos hace actuar de manera irracional y cometer actos tan reprobables como éste. Entiendo hasta un cierto punto el hecho de que los habitantes de algunas poblaciones hartos de los robos, vandalismo, secuestros, etc. deseen una respuesta más eficaz por parte de las autoridades, el problema comienza cuando al no existir ésta deciden hacerse justicia por su propia mano.
Son algunos pobladores los que prenden la mecha y desatan toda esta situación que acaba en homicidio, porque cegados por la ira, la cólera piensan que su verdad es absoluta y en esta ocasión llegaron hasta el punto de matar a gente inocente que sólo cumplía con su deber, con una tarea asignada, una averiguación sobre narcomenudeo en la localidad.
Lo más dramático fue escuchar que uno de ellos, momentos antes, pedía a sus superiores, a través de un celular, que fueran a rescatarlo, y nada, sus compañeros policías nunca llegaron. Algunos reporteros se involucraron en el movimiento intentando salvarles la vida, ya golpeados lograron que se hiciera la mencionada llamada, incluso una entrevista donde se identificaban plenamente, pero aún así nos les creyeron.
De hecho un trabajador de TV Azteca volvió a pedir auxilio para los agentes por medio del mismo celular, pero la acción se consumó y en una mirada rápida hacia la televisión vi los cuerpos ardiendo.
Qué impotencia, qué sentirá la familia, que sentirán ahora estos asesinos, llegaron a ser peores delincuentes que a los que supuestamente acusaban.
Ese es el riesgo siempre de las condenas a muerte, porque en muchos casos existen dudas de la culpabilidad de los sentenciados y sin embargo se realizan. Aquí no hubo oportunidad, ni juicio, nada.
A qué voy con esto, a un hecho lamentable con el que iniciaron los noticieros nocturnos el día de ayer (23 de noviembre). Las imágenes estaban para no verse, de hecho hubo a cuadro una advertencia previa de que podrían ser fuertes para los televidentes y yo como soy muy aprehensiva decidí mejor seguir con una tarea doméstica y sólo escuchar.
La nota informaba que momentos antes, una turba de vecinos del poblado San Juan Ixtayopan, en Tláhuac, (México), golpearon a tres miembros del Grupo Antiterrorismo de la Policía Federal Preventiva (PFP), por confundirlos con robachicos o robaniños.
Sin escucharlos, sin entender razones los golpearon y luego les prendieron fuego, sólo uno de ellos logró sobrevivir, pero se debate entre la vida y la muerte en un hospital.
Edgar Moreno Nolasco, de 26 años, presenta fracturas craneoencefálicas y contusiones severas en la mayor parte del cuerpo, mientras sus compañeros Víctor Mireles Barrera y de Cristóbal Bonilla Martín, de 48 y 27 años, yacen ya en un ataúd.
En Tláhuac ya se inició la averiguación previa por el delito de homicidio y lesiones contra estos tres agentes policiacos que se sumaron a la estadística de linchamientos que se han presentado en otros lugares del país.
No cabe duda de que los seres humanos llegamos en un momento dado a perder la razón, la ofuscación nos hace actuar de manera irracional y cometer actos tan reprobables como éste. Entiendo hasta un cierto punto el hecho de que los habitantes de algunas poblaciones hartos de los robos, vandalismo, secuestros, etc. deseen una respuesta más eficaz por parte de las autoridades, el problema comienza cuando al no existir ésta deciden hacerse justicia por su propia mano.
Son algunos pobladores los que prenden la mecha y desatan toda esta situación que acaba en homicidio, porque cegados por la ira, la cólera piensan que su verdad es absoluta y en esta ocasión llegaron hasta el punto de matar a gente inocente que sólo cumplía con su deber, con una tarea asignada, una averiguación sobre narcomenudeo en la localidad.
Lo más dramático fue escuchar que uno de ellos, momentos antes, pedía a sus superiores, a través de un celular, que fueran a rescatarlo, y nada, sus compañeros policías nunca llegaron. Algunos reporteros se involucraron en el movimiento intentando salvarles la vida, ya golpeados lograron que se hiciera la mencionada llamada, incluso una entrevista donde se identificaban plenamente, pero aún así nos les creyeron.
De hecho un trabajador de TV Azteca volvió a pedir auxilio para los agentes por medio del mismo celular, pero la acción se consumó y en una mirada rápida hacia la televisión vi los cuerpos ardiendo.
Qué impotencia, qué sentirá la familia, que sentirán ahora estos asesinos, llegaron a ser peores delincuentes que a los que supuestamente acusaban.
Ese es el riesgo siempre de las condenas a muerte, porque en muchos casos existen dudas de la culpabilidad de los sentenciados y sin embargo se realizan. Aquí no hubo oportunidad, ni juicio, nada.
1 comentario
Hilda -
Yo por ningún motivo justifico el que alguien prive de la vida a otro, no hay derecho, sea como sea de criminal...Dios nos dio la vida y sólo él nos la puede quitar...es su palabra y no se respeta por eso está el mundo como está.
Los delincuentes no dejarán de ser delincuentes por lo ocurrido ahí, seguirán con sus actos delictivos porque la mayoría hace sus fechorías bajo inflojos de drogas, así que no se detienen a pensar en nada para cometer un atraco.
La solución...desde mi punto de vista, no es repetir los hechos lamentables...nadie es juez, nadie puede juzgar a los demás, pero nos hemos acostumbrado a eso.
Lo más lamentable..aparte del linchamiento y el haberlos calcinado...es que muchos niños lo vieron...la gente se aferró a su idea y nos les dieron el beneficio de la duda.
El que fueran de la PFP no significa que no fueran los delincuentes que ellos buscaban, eso yo no lo sé...pero no debieron hacerles eso.