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Iván (Parte IV)

Puede leer las tres primeras partes en Temas: Historias.

...Después del primer momento desesperante que tuvimos, a las 2 de la mañana entra el ojo del huracán y hay calma, el discreto alto en la tormenta da solamente un momento de paz antes de que fuerzas más poderosas se hagan cargo. Los hombres se asoman y prefieren no haberlo hecho.
Comenzó de nuevo el viento, aunque ya no tan fuerte, dura un par de horas más. Decidimos mover de nuevo las camas, alejándolas mucho más de la pared por miedo a que se llegara a desprender completamente el acero. Intentamos dormir pero nadie puede hacerlo. Tampoco hemos comido casi nada.
Creo que el cansancio me venció como a las 7 de la mañana, ahora que he despertado los párpados aún me pesan, pero al menos descansé como tres horas; los ruidos y el movimiento que hacen mis compañeros me hicieron volver a la realidad.
Afuera aún sopla el viento y continúa la lluvia, pero ha disminuido mi angustia.
Al ver que dos muchachos se acercan a la puerta inmediatamente despierto a mi amiga Clara, nos ponemos los tenis y nos encaminamos a la salida, las dos tenemos mucha curiosidad de ver cómo está el mundo afuera.
Y ta rán, se presentó ante nosotros.
Lo primero que vemos es la parte de una de las bancas del condominio que está ubicado como a 100 metros, por supuesto destrozada. Salimos un poco confiados al notar que había pasado lo peor sin imaginarnos que el viento aún es muy fuerte, tanto, que tenemos que tomarnos de la mano dos compañeras y yo.
Buscamos signos de destrucción en los carros estacionados afuera y notamos que el único daño aparente fue a uno de ellos que le cayó un pedazo de acero en el techo, fuera de eso todo parece “normal”.
Camino al condominio nos encontramos a Alberto que ya venía de allá. Sorprendido nos dijo que ya había línea telefónica en el edificio, a lo que todos reaccionamos con gritos porque nos podríamos comunicar con nuestros familiares, desgraciadamente iba a ser de los pocos servicio disponibles para los siguientes 5 días.
Decidimos tras esto salir definitivamente del refugio ya que el condominio estaba en buenas condiciones, gracias a Dios únicamente en dos cuartos había algunos daños, pero lo demás estaba totalmente habitable. A quienes no vivíamos ahí nos dieron oportunidad de quedarnos "por seguridad", ya que por lo menos en este lugar había agua para la cuestión del baño y bastante hielo de reserva para los víveres.
- “Mami, soy yo, ya todo pasó, estoy bien”, le dije más tarde a mi madre que angustiada rezaba por mí en Navojoa.

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